Wiki José Salazar Cárdenas
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En el siglo pasado, antes de la aparición del ferrocarril, Tecomán era un poblado pequeño, aislado, asentado en un lugar inhóspito, con un martirizante clima, donde proliferaban toda clase de alimañas y animales nocivos, entre ellos el temible alacrán y se carecía de todo auxilio médico, siendo práctica común entre los habitantes el uso de recursos primitivos en la lucha de la recuperación de salud cuando era quebrantada por diferentes causas.

Texto en cursivaLos procesos febriles, casi todos de índole infecciosa, era frecuente que se atribuyeran a un susto y el recurso usado era la “apretada " o la “sobada” del enfermo. Se usaban emplastos, ventosas, baños de pies con agua caliente, baños de asiento, “chiquiadores” en las sienes para jaquecas o neuralgias, friegas y unturas diversas, así como toda clase de remedios ingeridos, representados por distintos brebajes.

Texto en cursivaCon la llegada del ferrocarril, se dieron a conocer procedimientos de curación más acordes con la época y los recursos médicos se difundieron a través de boticarios, que a falta de médicos, ellos tomaban su lugar. Se pasó al tiempo en que el farmacéutico representaba la esperanza de salud para el paciente.


Ya a fines del siglo pasado y a principios del presente, los establecimientos que hoy conocemos como farmacias, eran llamados boticas.

En esos tiempos no estaba desarrollada aún la industria de producción de medicamentos prefabricados, pues eran pocos los productos envasados existentes nombrados de “patente” para distinguirlos de los que se preparaban en la botica a los cuales se les llamaba fórmulas magistrales.

El farmacéutico de aquella época, a quien se llamaba boticario, aparecía ante los ojos del pueblo, como un alquimista, un mago, capaz de hacer que la salud se recuperara con sus mixturas.

Una botica típica de aquel entonces contaba con un mostrador y una serie de armazones o anaqueles donde se guardaba el conjunto de botes o envases llamado botamen que contenían sustancias activas o ingredientes. Estos recipientes eran de porcelana y tenían grabado a fuego, en el frente, en forma artística, el nombre del producto contenido. En un lugar cubierto de la vista del público o en el interior de la casa, estaba lo que se nombraba la rebotica, lugar donde se preparaban los medicamentos. Se disponía de una balanza de precisión, con dos platillos, un mortero para mezclar ingredientes sólidos, probetas graduadas y vasos apropiados para las preparaciones líquidas, fabricados con fino cristal, embudos y otros utensilios.

En los lugares en donde había médico, éste hacia las prescripciones escritas, dando comienzo con una voz latina: Recipe, que se abreviaba Rp., que indicaba: despáchese y enseguida la enumeración de los ingredientes de la fórmula prescrita. Seguidamente se apuntaban las instrucciones para su administración. La escritura era casi ininteligible para las personas profanas que la observaban, pero muy bien entendida por el farmacéutico.

En el caso de Tecomán, que en ese tiempo no contaba con médicos, el boticario guiándose por las apreciaciones y la prescripción que él conocía de los médicos de otros lugares donde había ejercido esa actividad, hacía un diagnóstico y preparaba la fórmula indicada. Todos los boticarios tenían un formulario escrito que consultaban en el momento de la elaboración del remedio, fuera de la vista del público. Por supuesto, era considerable el tiempo que el boticario empleaba en esos menesteres.

Las preparaciones más usadas eran: pomadas, polvos que se despachaban envueltos en papel revolución, a los que se llamaba “papeles”; cápsulas, gotas y cucharadas. Eran de mucho uso el agua de Selitz que era una preparación gaseosa, la sal de Vichy y toda clase de purgantes y enemas para desalojar el intestino.

De esa época heróica en el combate de las enfermedades, en la imagen nebulosa que el tiempo transcurrido ha formado, se recuerda a Adolfo Peña “Peñita”, boticario que en los albores de este siglo tenía su establecimiento en la calle Constitución, en una casa que después fue de Don Rafael Arreguín. Alternaba esa actividad con la agricultura. Llegó a ser presidente municipal de Tecomán en 1919.

Pocos años más tarde tuvieron botica Don Francisco Ascencio, Don Francisco Linares, Don Ignacio Aguila Aguilar, padre de Nacho Aguila, recientemente desaparecido.

Don Salvador Delgado, Don Alfonso Herrera Michel, paradigma del farmacéutico antiguo, que durante más de 20 años prestó ese servicio a la población de Tecomán. Don Alfonso comenzó aproximadamente en 1931 en un local que estaba situado en la calle Independencia, donde hasta entonces estuvo Salvador Delgado, de quien adquirió los enseres cuando éste se retiró a residir a Colima. De ahí cambió su negocio al portal norte del jardín en una casa de Don Teodoro Gaytán después pasó a la que fue su casa de toda la vida, la esquina de Independencia, hoy 18 de Julio, con Allende.

Don Alfonso, Un hombre culto, dotado de un gran sentido común, reflexivo, sereno, ecuánime, equilibrado, de trato afable, llegó a ser uno de los ciudadanos más distinguidos de Tecomán, donde fue presidente municipal en 1947 - 1948.

Después de Don Alfonso Herrera y casi coincidiendo con él, tuvo botica Don Ramón Contreras, un hombre muy estimable que durante muchos años prestó servicios en la entonces llamada Sanidad, después Salubridad y hoy Secretaría de Salud, como veremos en el siguiente capítulo.

En años más recientes, Don Carlos Virgen Banda llegado a Tecomán aproximadamente en 1945 - 1946, fue un farmacéutico a la moderna, cuando alcanzó pleno desarrollo la medicina industrial. Fue un varón modelo de farmacéutico, respetable, constante, altruista, generoso y servicial, dinámico, en suma, el hombre de esa actividad que la población requería por la transformación que se gestaba en esos tiempos. Su farmacia, llamada “Moderna”, estuvo situada en el portal norte del jardín principal, el mismo lugar que hoy ocupa la actual farmacia del mismo nombre. Fue uno de los ciudadanos distinguidos de Tecomán, idolatrado por todo el pueblo que lo conocía simplemente como “Carlitos”.

Después llegaron: Zacarías Cárdenas, Don Arturo Ramírez en sus farmacias del Sagrado Corazón y Fénix, un hombre muy conocedor de su actividad, ya dentro de la farmacia modernizada.

Dejando nuestra retrospectiva hasta 1970, consignamos que antes de esa fecha se instalaron: los hermanos Gutiérrez Cobián con la farmacia “Acela”; Emigdio Salgado Mares que durante 10 años fue propietario de la farmacia que fue de Carlos Virgen Banda y Ramiro Venegas en la farmacia América.

En el capítulo anterior vimos como antes de que hubiera médicos establecidos en la población, ocupaban su lugar los farmacéuticos, que llegaron a ser médicos empíricos prestando un gran servicio a los habitantes que sufrían una enfermedad.

Fue hasta 1938 cuando se instituyó por primera vez el servicio médico de la Sanidad Pública, en esa época así llamada lo que más tarde fue Salubridad, cuya oficina estaba situada en la esquina de Ramón Corona, hoy 20 de Noviembre, con Medellín, frente a la presidencia municipal, de que era titular el Dr. Luis Fernández Velasco.

Al retirarse el Dr. Fernández a la ciudad de Colima para hacerse cargo de la Jefatura de los Servicios Coordinados en el Estado de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, la oficina cambió de ubicación a la calle Independencia en un local de la casa de Don Alfonso Herrera, estando al frente de ella el Dr. Jesús Calderón y después su hermano el Dr. Luis del mismo apellido.

Posteriormente pasó la oficina del Centro de Salud a la esquina de Independencia y Abasolo, lugar en que permaneció casi 20 años y estuvo al frente de ella el Dr. Gallardo.

Poco tiempo después, aproximadamente en 1945, se hizo cargo de la oficina el Dr. Ramón Peralta Sánchez, de la cual fue titular hasta 1948 en que la entregó al Dr. José Ramos Alcázar que fungió como Director y el Dr. Eduardo Lugo como Subdirector.

En los años anteriores a 1948, ya laboraban en la oficina las enfermeras Agueda Valencia y Ma. de Jesús Amezcua, como oficial sanitario Don Ramón Contreras y Don Eligio Alvarez como encargado de biológicos y laboratorio. La Srita. Ofelia Orozco era empleada administrativa. En 1948 se jubiló la enfermera Agueda, ocupando su plaza Julia Uribe. En ese mismo año ingresó al servicio Teresa Torres Villalvazo como empleada administrativa. Por aquella época, como no había corriente eléctrica todo el día, solamente de noche, se utilizaba un refrigerador de petróleo.

Las condiciones en que se laboraba antes de 1946, en que se terminó la terracería de la carretera a Colima, eran muy difíciles por la deficiencia de las comunicaciones.

Aproximadamente en 1954-55 al solicitar licencia en su puesto el Dr. Ramos Alcázar, se hizo cargo del Centro de Salud el Dr. Adalberto Torres Gaytán. Tres años después el Dr. Ramos regresó al servicio y estuvo al frente de la oficina nuevamente.

Mientras tanto, ya se habían establecido médicos particulares en la población. En 1943 - 1944 estuvo radicado un médico empírico, de nacionalidad española, llamado Fernando Moltó Carbonel, en la calle Morelos.

En 1945 el doctor Luis Fernández regresó, ya como médico particular.

En junio de 1951 se estableció en Tecomán el Dr. José Salazar Cárdenas.

Siendo presidente municipal en 1951 el Mayor Miguel Bracamontes García, se instauró el Servicio Médico Municipal que se llamó Cruz Verde, en el ala sur del edificio del Ayuntamiento, siendo en esa época médico municipal el que esto escribe. Ese servicio contaba con atención de primeros auxilios, oxígeno y ambulancia que fue donada por la Lotería Nacional. El personal consistía en un médico, una enfermera y un enfermero. Al finalizar el trienio en que fue presidente municipal el Mayor Bracamontes, desapareció ese servicio y la ambulancia fue cedida al centro de salud siendo devuelta después a la presidencia por no poder cubrir su mantenimiento.

En 1952 se estableció en la población el Dr. José Hinojosa, médico que tuvo mucha amistad con la “palomilla” de solteros, que lo nombraban el médico bellaco por ser éste, un vocablo muy usado por el doctor.

También en 1952 arribaron a Tecomán el Dr. Adalberto Torres Gaitán, el Dr. Salvador Gómez Guerra que estaba al frente de la fábrica de hielo propiedad de su familia y su esposa la enfermera Ma. Trinidad Pantoja de Gómez Guerra que estableció una pequeña maternidad en su domicilio.

Por una temporada corta, también en ese año, ejerció en Tecomán el Dr. Manuel Martínez Estrada, que llevaba muy cercana amistad con el Dr. Gómez Guerra.

Cuando las condiciones de Tecomán eran difíciles en 1956, el Dr. Salazar Cárdenas fue el primer médico en la ciudad que contaba con un equipo de rayos X, oxígeno domiciliario y practicaba transfusiones sanguíneas.

Aproximadamente en 1954 se estableció en Tecomán el Dr. José Trinidad Gaytán Chávez, primo del señor cura Don J. Guadalupe Chávez Gómez, Párroco del Sagrado Corazón que pronto, por sus relaciones familiares, así como por su capacidad y ética profesional, obtuvo numerosa clientela que lo siguió hasta su trágico fallecimiento en un accidente automovilístico sucedido cuando vacacionaba, en el mes de julio de 1978.

En el mismo año en que llegó el Dr. Gaytán Chávez a Tecomán, comenzó a trabajar en la población el Dr. Salvador Verduzco Bazavilvazo, que después de dos o tres años de permanencia, se retiró.

En 1955 - 1956 estuvo ejerciendo en la ciudad el doctor Salvador Núñez Solís en la calle Medellín.

En 1956 - 1957 se establecieron en Tecomán los doctores Daniel y Armando Espinosa Blake.

En 1955 también comenzó a ejercer en la ciudad el Dr. Alvaro Rosado, que murió trágicamente en el puente del ferrocarril del río Armería en 1961.

En 1960 es inaugurado por el Presidente López Mateos, siendo Gobernador del Estado el Arq. Rodolfo Chávez Carrillo, el Centro de Salud con Hospital B de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, que fue construido a instancias de una gestión promovida por el Club de Leones de Tecomán.

En abril de 1961, se establece el Puesto Periférico del I.S.S.S.T.E. en Tecomán, en la esquina de Medellín y Libertad, atendido por el doctor José Salazar Cárdenas.

En 1963, se instaura, por gestiones de la Asociación de Agricultores de la localidad, el Servicio Médico del Seguro Social en una casa ya desaparecida que estaba ubicada en el número 68 de la calle Medellín. Al inaugurarse el servicio, era Director el Dr. Cipriano Jiménez Núñez y médico familiar el Dr. Daniel Espinosa Blake. Al ser removido el Dr. Jiménez Núñez, vino como director el Dr. Luis Gómez Quiroz. Posteriormente llegó como médico familiar el Dr. Alfredo Alvarez Organista. En esta clínica laboraban: como enfermera Evelia Ruelas, como chofer de ambulancia Jaime Domínguez Chávez, como empleado administrativo Melquiades López Pedraza y en la farmacia Héctor Contreras Brizuela.

El 11 de junio de 1966 se inauguró el servicio en la nueva clínica construida en la calle H. Colegio Militar, siendo su primer director el Dr. Alfonso Pérez Flores. El personal que laboraba en la clínica de la calle Medellín, pasó a la nueva, habiendo sido cubiertas otras plazas por personal de nuevo ingreso.

Después de estar en servicio durante dos años, esa clínica fue inaugurada oficialmente por el Presidente Díaz Ordaz el día 29 de julio de 1968.

El día 30 de junio de 1967, se inauguró la Delegación de la Cruz Roja en Tecomán, en la calle Medellín, donde actualmente se encuentra una estructura de acero de un futuro edificio. Fue puesta en servicio por el entonces presidente municipal Don José Espinosa Rivera, habiendo estado integrado el patronato en la forma siguiente: Presidente: Don Roberto Kiyota Ceballos, Secretario: Don Jesús Assam Chavarín y Tesorero Don Justo Barragán. El primer Director Médico fue el Dr. Cipriano Jiménez Núñez y el primer Jefe de Socorristas Don Enrique Ochoa Rolón. Posteriormente fue cambiada la delegación a un edificio de su propiedad en la esquina de las calles Emiliano Zapata y Morelos.

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