Wiki José Salazar Cárdenas
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Los medios de que se ha valido el hombre para disipar la oscuridad, han variado según las épocas.


Contaban nuestros antepasados que en el siglo anterior, la plaza pública no tenía forma de jardín, era solamente una manzana de terreno rústico, donde con frecuencia se veían caballos apersogados, existiendo en él muchos árboles, entre ellos un gran salate que estaba frente al templo de Santo Santiago, en cuyos troncos, durante las primeras horas de la noche, se colocaban hachones de ocote para alumbrar el lugar.


En ese tiempo, en las casas humildes se usaban lámparas que se hacían con grasa animal fundida y una mecha. Eran de uso también las velas de sebo, de cera y después de parafina, que se sostenían en unos utensilios llamados candeleros, cuyo uso ha desaparecido, que tenían un asidero para llevarlos a los lugares donde fueran necesarios. Eran metálicos y de material variable. Los había de lámina, de latón y de bronce en diferentes tamaños. Los que se colgaban en las habitaciones, con varios brazos, se llamaban candelabros.


En forma ulterior, se comenzó a usar el petróleo como combustible que se utilizaba en lámparas para el servicio público y también en los hogares, que eran los quinqués popularmente llamados “aparatos de bombilla”, en diferentes estilos y modelos. Asimismo, se usaban mucho las linternas conocidas como “ferrocarrileras” que gastaban como combustible también el petróleo. Eran de bombilla, con un asa para ser transportadas y tenían la particularidad de que no se apagaban con el viento por un mecanismo de presión que tenía la bombilla que se ajustaba con unos broches que hacían el papel de un resorte.


De igual modo eran usadas en los domicilios las lámparas de gasolina Petromax.


De esa nostálgica época se recuerda a Anastasio Moreno Murga “Tacho el Farolero”, empleado municipal que era quien se encargaba del alumbrado público que había únicamente en el jardín. El encendía al oscurecer los faroles y los apagaba a las 10 de la noche. Hacía una colecta entre el vecindario para cubrir el gasto que ese servicio originaba.


Cuando en Tecomán vivían solamente las personas originarias del lugar, a pesar de la oscuridad, se respiraba un aire de tranquilidad, paz y seguridad nocturnas, pues existía un arraigado espíritu de confraternidad entre sus habitantes.



Por las noches, era impresionante la vista de la bóveda celeste, con un firmamento lleno de puntos luminosos y se gozaban los plenilunios en todo su esplendor, en las románticas veladas que acercaban a los jóvenes al amor y a las estrellas.


En 1928 hubo por primera vez luz eléctrica en la población en forma particular, por una planta que instaló Don Jesús Alvarez.


Pocos años después Don Antonio García Barragán tenía en propiedad una planta que generaba energía para ser usada en un cine de su pertenencia, que estaba situado en la primera cuadra de la calle Independencia, hoy 18 de Julio, en un terreno donde se encuentra actualmente el edificio de la Antigua Casa Ruiz. Eran los recordados tiempos del cine silencioso, cuando esplendían las luminarias Tom Mix, Pola Negri, Rodolfo Valentino, Charles Chaplin y tantos otros famosos artistas de la cinta de plata. La energía excedente se vendía a la población. La planta estaba ubicada en la parte posterior del domicilio particular de Don Antonio en Constitución # 125.


Al desaparecer esta planta, Don Pedro Gutiérrez fue propietario de otra planta eléctrica que estuvo situada en el interior de su espaciosa casa en la calle Independencia, hoy primera cuadra de la calle 18 de Julio, donde después estaba la ferretería La Palma.


Mediante esa fuente de energía, se daba iluminación a la población de 7 a 10 de la noche y era vigilada por Don Magdaleno Robles y sus hijos.


Al entrar en servicio la primera planta generadora de energía eléctrica que la Comisión Federal de Electricidad instaló en Tecomán en 1946, se tendió una red de conducción para toda la población, dejando de funcionar la planta de Don Pedro Gutiérrez. Esa primera planta que la Comisión estableció en el poblado, estaba en la calle Hidalgo # 31, contigua a donde se edificó posteriormente el Hotel Ceballos. De esta planta fue operador Miguel Puente Ramírez, que ya había desempeñado ese trabajo en la planta de Don Pedro Gutiérrez. Con la instalación de esta máquina se implantó el servicio para toda la noche.


En 1952 se amplió la red de alumbrado y se reforzó el servicio con otra máquina diesel en el mismo lugar de la anterior, estableciéndose el servicio durante las 24 horas.


En 1953 se instaló en la estación del ferrocarril una planta locomóvil en un espolón de la vía.


En 1956 se inauguró la planta termoeléctrica también en la estación, con dos unidades que daban servicio regional y dejaron de funcionar las máquinas que estaban instaladas dentro de la población de Tecomán.


En 1977 al interconectarse con la red de la planta termoeléctrica de El Colomo, cercana a Manzanillo, se construyó una subestación en terrenos aledaños al Crucero de Tecomán, clausurándose el funcionamiento de la termoeléctrica de la Estación del Ferrocarril.

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