En los terremotos de los días 3 y 18 de junio de 1932, el templo sufrió leves desperfectos, pero durante el sismo del 15 de abril de 1941, los daños fueron considerables.
Poco tiempo después de este gran temblor, el señor cura Arreguín inició la construcción del templo actual, utilizándose una mínima parte de los muros existentes. Se construyeron grandes cimientos, se levantó a mayor altura y se techó con lámina de zinc.
Estando en las labores de construcción del templo entre los años de 1942 y 1946, al estar practicando varios hombres una gran excavación para extraer arena, necesaria para las obras, sucedió un hecho doloroso, ya que ocurrió un derrumbe en el cual quedaron sepultados dos hombres que se encontraban dentro del gran hoyo, siendo uno de ellos Juan Candelario, que era el que dirigía la maniobra y su hermano. También quedó sepultado a flor de tierra otro hombre que participaba en los trabajos, llamado Antonio Rosas.
El señor cura Arreguín estuvo a punto de perder la vida en ese instante, porque en el momento del derrumbe, él se encontraba en el bordo de la excavación y quedó solamente con medio cuerpo enterrado.
En ese momento se hicieron sonar las campanas a rebato y se congregó una gran multitud, que con palas lograron desenterrar al señor cura y a Antonio Rosas.
Cuando se desarrollaban estos hechos, se encontraba cerca del lugar un transporte de la Comisión Federal de Electricidad que estaba cargado con postes de madera que eran utilizados en el tendido de las líneas de conducción de la corriente de la primera planta eléctrica que esa empresa instaló en la población y al percatarse de lo que acontecía el ingeniero Clemente Flores Morales que dirigía esos trabajos, ordenó que se acercara el camión al lugar de la desgracia en forma rápida y auxiliados los trabajadores por muchos voluntarios, atravesaron dos postes en la boca de la excavación y mediante cables y un tecle, ayudaron en el salvamento de los hombres accidentados. Desgraciadamente, cuando se logró rescatar los cuerpos de los hermanos Candelario, que estaban sepultados en la profundidad, ya se encontraban sin vida.
Allí se pudo apreciar el gran sentido de solidaridad y espíritu de colaboración que siempre ha animado a los habitantes de Tecomán.
En la época en que fue párroco el señor cura Don José María Arreguín, existía rodeando al atrio, un muro de ladrillo sin enjarre, con un portón con arco monumental, majestuoso, enjarrado, en la esquina poniente de ese muro, en su costado norte, frente a la entrada del curato. También había otros tres portones, más pequeños, situados en la esquina sur oeste del muro y en los costados norte y sur, estando estos últimos en dirección de las puertas interiores del templo.
El portón monumental, situado frente a la entrada del curato, fue el último que se conservó en excelente estado después de los movimientos telúricos de 1932 y 1941 y se cuenta que fue donado por Don Pedro Virgen Arias.
En el interior del atrio y hasta 1967, existieron grandes laureles de la India y pinos de la variedad casuarina. En el costado norte del templo, había un gran salate de tronco probablemente centenario y un grupo de palmas y entre ellas y el muro del templo, un gran aljibe que almacenaba el agua llovediza que escurría de los techos y que era muy apreciada y se utilizaba en la cocción de alimentos, ya que el agua del subsuelo de Tecomán, siempre ha sido muy salobre. Se regalaba a las personas que lo solicitaban.
También existía una gran piedra casi al pie del salate del atrio.
El Sr. cura Don José María Arreguín falleció siendo párroco de Tecomán, el día 16 de octubre de 1957.
Cuando falleció el señor cura José María Arreguín fue sepultado en el atrio, al frente del templo, en el costado sur de la entrada principal, donde permaneció el monumento de mármol de Carrara de su tumba, hasta el día 16 de octubre de 1989, con una inscripción que decía
OCTUBRE 20 de 1890
SR. CURA JOSE MARIA ARREGUIN
OCTUBRE 16 DE 1957
DEP
Antes de su muerte, ya tenía la intención de realizar el techado del templo y había reunido algunos fondos, producto de colectas organizadas con esa finalidad.
Al morir, estaba ya a su lado el señor presbítero Roberto Urzúa Orozco, quien quedó al frente de la parroquia y continuó con la labor de recabar fondos para llevar a cabo el proyecto del señor cura Arreguín. Logró la importante cooperación de distinguidos habitantes de la población y del pueblo en general y así pudo ver coronados sus esfuerzos cuando llegó el día de efectuar la obra.
En 1959 se dio comienzo a los trabajos del techo, siguiendo los planos elaborados por el señor ingeniero Jaime Robles, de la ciudad de Colima.
Para su ejecución, se contrataron los servicios del maestro albañil Don J. Isabel Espinosa, también de la ciudad de Colima.
Se utilizaron los muros existentes y se reforzaron con grandes castillos de varillas de una pulgada, y en forma lenta, pero continuada, se fueron llevando a feliz término las obras que finalizaron en 1961.
Se dio comienzo a la construcción de campanarios laterales, que no se terminaron. Se adquirió un reloj público que se instaló en la torre norte. Se enjarraron todos los muros del templo, que habían permanecido desnudos.
Se enjarró por el exterior el muro perimetral del atrio. Durante el tiempo en que se realizaron los trabajos del techo, se efectuaron los festejos anuales en honor de la Virgen por dos ocasiones, utilizando techo de palapa.
Inmediatamente después de finalizar las obras del techado, se construyó el segundo piso de la sacristía y se le dotó de una escalinata. Este local fue planeado para reuniones generales.
También en ese tiempo se construyó el anexo del curato, obra de concreto de dos pisos.
Entre 1967 y 1970, se derribaron los grandes laureles de la India que existían en el atrio, así como los pinos casuarina. Solamente quedaron en pie las palmas situadas en el costado norte del templo y el gran salate. Éste fue derribado en 1973.
En 1971, al comenzar el remozamiento del atrio, se demolieron el muro exterior y los portones, así como el arco monumental del portón principal. Se cambió el piso y se instaló un nuevo alumbrado.
Los arreglos del atrio terminaron en 1972 y de ellos se encargó un patronato integrado por vecinos caracterizados de la ciudad, del cual formaban parte entre otros, los señores Fortunato Gallegos, José Soltero, Alfonso Vizcaíno Angel, Ramón Hernández, José Cabrera Tene y Carlos Padilla.
Durante el terremoto del día 30 de enero de 1973, el templo sufrió ligeros desperfectos, no así el edificio del curato que resintió severos daños.
Poco tiempo después del gran movimiento telúrico y luego de permanecer 16 años como párroco de Santo Santiago, el señor cura Roberto Urzúa Orozco entregó la parroquia al señor Presbítero Jesús Jiménez Galván, quien al quedar al frente de ella, juzgó necesario demoler el alto del curato y parte del muro poniente de la planta baja, en virtud de la inseguridad manifiesta de la construcción, debida a las deplorables condiciones en que había quedado a resultas del terremoto. Esta construcción, hasta entonces, era de muros de pajarete.
En 1974 el señor cura Jiménez Galván dirigió los trabajos de pintura general del templo. Se demolieron los campanarios laterales inconclusos y se construyeron los campanarios centrales actuales. Se hizo la reinstalación del reloj público.
En 1981, con motivo de la remodelación general del jardín, se integró el atrio del templo a la gran plaza. Se removió el piso y se adoquinó, cerrándose al tránsito de vehículos la calle 18 de Julio, frente al templo. Se instaló nuevo alumbrado. El antiguo y muy grande aljibe situado en el atrio, en el costado norte del templo, quedó cubierto por el nuevo piso.
Siendo párroco de Tecomán el señor cura Jesús Jiménez Galván, en ocasión de un viaje a San Miguel el Alto, Jal., falleció el día 14 de abril de 1982, donde era su pueblo natal.
A la muerte del señor cura Jiménez, se hizo cargo de la parroquia el señor presbítero Pedro Ramírez Cruz, quien permaneció al frente de ella hasta el día 22 de enero de l985, fecha en que entregó al Sr. Pbro. Antonio Flores Galicia.
El señor cura Ramírez Cruz, durante su permanencia en Tecomán, dotó al templo parroquial de un aparato de sonido y adquirió un valioso órgano electrónico.
En el tiempo que estuvo al frente de la Parroquia el señor cura Don Antonio Flores Galicia se introdujeron importantes innovaciones en el culto, extendiendo dicha acción evangelizadora a todo el territorio de la parroquia, logrando una mayor participación de los fieles en este aspecto, ya que se crearon diversos grupos de apostolado, de estudio y de oración, que existen aún como núcleos vivos de catolicidad.
En el aspecto material, se llevaron a cabo substanciales cambios en la casa cural, buscando su embellecimiento, pero respetando su arquitectura original. Se hicieron importantes y necesarios arreglos en el templo parroquial entre los cuales se pueden citar los siguientes:
Se cambió el piso del templo. Se revistieron en su interior, los muros con tirol. Se llevó a cabo el revestimiento con finas maderas, de la parte inferior del muro del presbiterio y el interior de los ventanales. Se atendió a la pintura general del edificio. Se instaló una nueva y bella iluminación artificial interior. Se construyó dentro del templo una hermosa capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe. Se atendió a la ventilación artificial del templo. Se instaló un nuevo reloj público. Se adquirieron dos esquilas. Se colocó nuevo alumbrado exterior. Se creó y acondicionó el salón de juegos para la juventud.
Dentro de la jurisdicción de la parroquia, se terminaron de construir varias capillas que estaban inconclusas y se emprendió la construcción de otras nuevas, buscando siempre que los recintos fueran dignos y decorosos.
El día 23 de enero de 1987 fue llevado al altar del templo Parroquial el original Cristo de Valenzuela que había permanecido bajo custodia de particulares católicos desde hacía un siglo, cuando desapareció el templo del extinto pueblo.
Fue consagrado el templo cabecera de la parroquia el día 2 de enero de 1989.
El día 2 de febrero de 1989, con gran solemnidad con la presencia del Sr. Delegado Apostólico en México Monseñor Girolamo Prigione y del Obispo de la Diócesis de Colima Excelentísimo Señor José Fernández Arteaga, se llevó a cabo la Coronación de la Virgen y fue declarado el templo como Santuario Mariano Diocesano de la Virgen de la Candelaria.
El día 16 de octubre de 1989, en el aniversario de su fallecimiento, fueron cambiados los restos del señor cura José María Arreguín del sepulcro original a un nicho empotrado en el muro exterior del templo, en un plano superior y cercano a su tumba.
Las festividades anuales dedicadas a la Virgen se siguieron efectuando con gran esplendor.
El día 2 de febrero de 1991, fue inaugurada la Ermita de la Virgen de la Candelaria construida en la orilla oriente de la carretera de cuatro carriles, en el tramo “Tecomán – Colima”, a la altura del rancho Casablanca.
Entre los años 1991 y 1993, se edificó el Auditorio Parroquial a un costado del curato.
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