Wiki José Salazar Cárdenas
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La culebra de agua

Archivo:La Culebra de Agua1.jpg

Aquí es rara y contada la vez que eso sucede. Pero en la tierra en donde yo vivía antes, en la tempo-rada de aguas, seguido hay granizadas en las que los bajillitos y los zanjones del campo, se ponen rasitos de piedras de hielo. 

Nosotros vivíamos en la ladera de un cerro. Yo tendría como doce o catorce años. Un día en la tarde, en que seguro Dios pensó que yo no estaba haciendo bien las cosas, se vino una nublazón que de arriba era negra y abajo blanca. Se asomó un trozón de nubes en dirección al suelo, que azuleaban y se desató una tormenta que dejó caer una granizada tupida. Mi madre tomó con su mano derecha una palma bendita que siempre guardaba atrás de la puerta de entrada, levantó el brazo hacia el cielo y murmuró unas oraciones...Jesucristo aplaca tu ira...Ten miseri-cordia Señor. 

Según me dijo mi padre, era una culebra de agua y granizo. Allá hay la creencia de que haciendo lo que hizo mi madre, se cortan las culebras. Y ese día, después de los rezos de ella, el cielo se empe-zó a apaciguar. Dejó de granizar, se acabaron los rayos, siguió una mansa llovizna y oscureció.


Habíamos sembrado maíz, frijol y calabazas y la milpa estaba chiquita. Apenas unos días antes la acabábamos de escardar. En los días en que cayó la granizada, la milpa tenía una plaga de una tortuguilla que le estaba consumiendo las hojas. Las matas de maíz y de frijol se miraban tristes. Al día siguiente de la tormenta, muy temprano, mi padre me dijo: - Anda a ver la milpa a ver que nos quedó. 

Yo le contesté: 

- Y a qué voy padre, la culebra nos ha de haber acabado. 

Mi padre me volvió a decir: - Anda a la labor. Dios es muy bueno y sabe lo que hace. Me dijo también: - Llévate un costalillo de semilla de maíz y si ves que la granizada le hizo daño a la milpa, ponte a resembrar. 

Yo arranqué gustoso a la milpa, haciendo caso y creyendo lo que mi padre decía. Al llegar a la la-bor, salió el sol, y voy viendo que la granizada no le hizo ningún daño, y tanto las matas de maíz, de frijol y de calabaza, estaban chulas . En el ce-rro se miraba un cajete grande que abrió la cule-bra cuando se clavó. 

Regresé a mi casa y le conté a mi padre lo que había visto. 

El me dijo: - ¿Ahora entiendes lo que te decía?. Que Dios es muy bueno y sabe lo que hace. El granizo acabó con la plaga. Nuestra fortuna fue que todavía es-taba chica la milpa. Si la granizada se hubiera venido cuando la milpa o el frijol estuvieran gran-des, entonces sí nos hubiera hecho mucho daño. Pero ten la seguridad de que comeremos elotes y tendremos el puño de frijol para el gasto y las ca-labazas para los animales.

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